Los niños, con su perspectiva directa y sin complicaciones, a menudo ofrecen valiosas lecciones que pasan desapercibidas para los adultos. Esto quedó en evidencia en un ejercicio escolar que se ha viralizado en las redes sociales, donde una niña debía describir su receta favorita. Su elección: zumo de naranja. Sin rodeos, la pequeña explicó: “Ingredientes: naranja, exprimidor y un vaso”. Al detallar los pasos, se limitó a: “Exprimir la naranja y meterlo en un vaso. ¡A beber!”. Su enfoque práctico y minimalista ha sido descrito por muchos como una muestra de lógica brillante.
La publicación de esta “receta” fue compartida en X por la usuaria @mercheiglesiasc, quien añadió en tono humorístico: “No sé si mi hija es muy lista o muy vaga”. La sencillez de la niña rápidamente capturó la atención, generando miles de reacciones y compartidos.
El ingenio de la respuesta generó debates en las redes sociales, donde diversos usuarios aplaudieron la “vaguedad resolutiva” de la niña, un término que describe la habilidad de resolver problemas de manera eficiente con el menor esfuerzo posible. “La vaguedad resolutiva es uno de los indicadores más potentes de inteligencia”, comentó un usuario. Otro bromeó: “Le ha faltado poner, beber rápido que se van las vitaminas”.
Este fenómeno también dio pie a reflexiones más amplias. Un comentario destacado recordó el viejo adagio: “Siempre se dice que los trabajos urgentes hay que dárselos a los vagos, porque ellos siempre encuentran la manera más rápida de terminarlos”. Así, la anécdota infantil no solo arrancó sonrisas, sino que también nos hizo reflexionar sobre cómo la simplicidad puede ser una poderosa herramienta de inteligencia.
La respuesta de la niña despertó una conversación sobre un concepto peculiar: la vaguedad resolutiva, entendido como la habilidad de encontrar soluciones rápidas y efectivas con el mínimo esfuerzo. Este enfoque, lejos de ser visto como un defecto, fue considerado un signo de inteligencia práctica. Incluso la madre de la niña comentó divertida: “Vaguedad resolutiva. Me encanta. Jaja”.
La historia también abrió el debate sobre la relación entre la inteligencia y la eficiencia. Algunos usuarios subrayaron que la capacidad de simplificar una tarea hasta su esencia requiere perspicacia y agudeza mental. Esto se reflejó en comentarios como: “O sea, que para ser vago hay que ser listo. Si no, no te lo puedes permitir”.
Más allá del humor, esta observación pone en perspectiva la importancia de las soluciones prácticas y minimalistas en la resolución de problemas cotidianos. En un mundo donde a menudo se valora el esfuerzo visible, esta anécdota recuerda que lo simple también puede ser efectivo.