En el subsuelo del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (Cemic), en el barrio porteño de Saavedra, viven 57 monos. Es la población que quedó viva en el último centro de experimentación con primates del país, un laboratorio que entre 1983 y 2021 utilizó a estos animales con fines de enseñanza y pruebas de control.
Con una decisión judicial sin precedentes por la cantidad de individuos y una extensa gestión que abrió esas jaulas administrativamente, el viernes pasado iba a ser el día de la real liberación de 50 de esos monos capuchinos -la especie es Cebus apella o Cai-, que iban a volar hacia un santuario en Sudáfrica.
Pero según pudo saber Clarín, al cierre de esta nota la aerolínea no les permitió abordar. «Por inconsistencias técnicas en las normas para el traslado seguro».
Esta demora, que parecería poder resolverse con un pequeño reajuste, dio lugar a las voces de proteccionistas que se oponen a que los monos abandonen el país.
A la par, el destino de siete macacos, que por cuestiones de salud nunca lograron el permiso para llegar hasta el santuario, continúa bajo debate, y con opciones que incluyen la eutanasia.
De Saavedra a África
Literalmente, el Hidden Forest Sanctuary, en KwaZulu-Natal, se quedó esperando la llegada de estos nuevos habitantes. Estaba todo listo, pero hay detalles que se escaparon y complicaron el envío.
«Fue un tema de dimensiones de las jaulas, la aerolínea pidió que fueran más amplias de lo que eran. No coincidían con los requerimientos, por eso no se efectivizó el traslado estimado para este viernes», dice a Clarín el fiscal Carlos Rolero Santurián, que está a cargo de la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (UFEMA).
El vuelo de KLM iba a partir desde Ezeiza con las 50 cajas especialmente acondicionadas para este vuelo de liberación. El rumbo era hacia un predio multiespecie que recibe a ex animales de laboratorio y está abierto a los turistas.
El bioterio del CEMIC donde siguen hoy no era ilegal. Ni siquiera era un secreto.
En los 80 se inauguró en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) como parte del Centro de Investigaciones en Reproducción Humana y Experimental (Cirhe), y según el propio Conicet concluyó en 2022: «Constituyó el lugar de trabajo de científicos y técnicos dedicados a develar los mecanismos que permiten que las especies de animales y los seres humanos se perpetúen más allá de la muerte de sus individuos”.
Pero los monos nunca fueron trasladados tras su cierre, y de los 74 que quedaban, desde 2021 hasta ahora sólo sobrevivieron 57.
Entre los 50 que sí están en condiciones de viajar hay 24 hembras y 26 machos, todos son de la raza caí, y tienen entre 3 y 36 años.
Como consta en el informe, «fueron esterilizados por métodos quirúrgicos», «tienen chip (la identificación de que son animales de experimentación)» y «están clínicamente sanos».
Desde que ingresaron a ese laboratorio porteño, estos ejemplares no volvieron a ver la luz del sol. Los cambios de horario de la luz natural se simulaban con el encendido y apagado de las luces led.
Victoria González Silvano, apoderada de Proyecto Gran Simio España en la Argentina, fue quien inició la denuncia por maltrato animal ante la UFEMA, porque los monos seguían en el subsuelo del CEMIC.
«Solo entramos 3 personas al bioterio, yo como fiscal, la abogada de la querella y una representante de la Defensoría del Pueblo. Tuvimos que vestirnos como si fuéramos al espacio: 100.00 cuidados, porque se estaban por enviar a África así que no se podían contagiar de nada, porque si pasaba se frustraba el traslado. No pudimos llevar el celular, ni fotógrafo, ni nada», explica Santurián, ante el pedido de imágenes por parte de este diario.
La querella tiene sus reparos respecto de un traslado que, finalmente, sí se frustró. Hubiesen preferido que los caí se quedaran en la región. Un destino propuesto fue Uruguay.
Este lunes hicieron una presentación para suspender ese viaje. Sugieren que el CEMIC pudo haber vendido los monos a África, y exigen saber cuál será el futuro de los siete macacos oriundos del sudeste asiático que, por vejez o salud, no alcanzaron las condiciones óptimas para volar.
Previo a esta situación, que quedó trunca, la Subsecretaría de Ambiente de la Nación fue quien dio la orden de que los monos «sanos» viajaran al santuario africano.
«No veo que haya elementos concretos aportados en el caso que permitan presumir que el lugar de destino no es viable o no resulta un lugar propicio para que puedan residir», dice a Clarín el fiscal, que considera que es la propuesta más factible para mejorar la situación de los animales.
Respecto de los siete monos que no están en condiciones de viajar pero presentan posibilidades de vida fuera del laboratorio, asegura que «se les va a buscar algún destino en el país, y Temaiken podría ser una alternativa. Si no, alguna otra posibilidad».
PS