La villa suiza propiedad del icono de la pantalla grande Audrey Hepburn ha llegado al mercado. La granja del siglo XVIII, situada en el pintoresco pueblo de Tolochenaz (Suiza), a unos 30 minutos en auto del aeropuerto de Ginebra, fue propiedad de Hepburn desde 1963 hasta su muerte en 1993 (está enterrada en el cementerio del pueblo). En 2001, los hijos de Hepburn vendieron el refugio rural de su madre a Katharina Beaujolin y su marido, Jean-Marc Beaujolin, ex presidente de la empresa de importación y exportación Europ Continents Services SA.
“La casa se llama La Paisible, que significa ´la pacífica´ por ser un lugar tranquilo. Tiene un ambiente increíble” dice Katharina Beaujolin, hablando en exclusiva con Bloomberg sobre la venta. Cuenta que ella y su marido buscaban una propiedad grande para criar a sus seis hijos y que se enamoraron de la casa por la sensación de tranquilidad que desprendía y su generoso tamaño; el hecho de que su anterior propietario fuera una leyenda de Hollywood fue un bonus.
“Cuando estaba en el internado, hace mucho tiempo, recuerdo que tenía muchas fotos de las películas de Audrey Hepburn en la pared, realmente era mi actriz favorita”, dice Beaujolin. Hay una placa con el nombre de Hepburn en la pared exterior de la casa y comenta que los turistas pasaban de vez en cuando y sacaban una o dos fotos afuera, pero que nunca fueron invasivos.
“La verdad es que es conmovedor, porque murió hace más de 30 años, y que la gente siga queriendo ver dónde vivió, demuestra lo mucho que significaba para sus fanáticos”, añade Beaujolin.
Veinticuatro años después, ella y su marido han puesto La Paisible a la venta con la firma de real estate Knight Frank por 19 millones de francos suizos (US$20,8 millones). Por esa cantidad, el comprador obtiene una villa de 12 dormitorios y ocho baños, con 1000 metros cuadrados de espacio en un terreno de 1,6 hectáreas. La casa está cerca del centro de la ciudad, con un muro de privacidad rodeado de setos a un lado y un gran espacio abierto de parques y árboles al otro, con vistas a las montañas.
Los Beaujolin dicen que fue un placer vivir en la casa. “Todos nuestros hijos fueron al colegio y a la universidad aquí y fueron muy felices”, añade. “Hay muy buenas escuelas, excelentes universidades, el lago y las montañas, ¿qué más se puede pedir?”.
La casa se distribuye en tres plantas, con dos escaleras y un ascensor. La planta baja alberga salas de estar, una biblioteca y la cocina, la parte de la casa que Beaujolin dice haber utilizado más, para cocinar para sus seis hijos.
El dormitorio principal está un piso más arriba, con ventanas orientadas al este que aportan mucha luz natural por las mañanas. Hay un altillo y dormitorios adicionales que ofrecen mucho espacio para los invitados cuando sus hijos y nietos vienen de visita.
En el jardín hay una pileta climatizada de 15 metros de largo. “Es un lugar agradable para invitar a los amigos con hijos en verano. También les gusta hacer fiestas aquí con amigos que tienen hijos pequeños, así que la pileta se llena de gente”. Bromea diciendo que hay tanta gente que a veces parece una pileta pública.
La casa es ideal para recibir invitados, dice, y recuerda que dos de sus hijos se casaron allí e invitaron a 150 personas. Los jardines tienen césped ondulado y árboles centenarios.
Cuando los Beaujolin compraron la casa, reformaron algunas partes para hacerlas suyas. Cambiaron la posición de la cocina y la modernizaron. Dijeron que era probable que Hepburn tuviera un cocinero, pero como Beaujolin cocinaba personalmente, querían que la cocina tuviera un lugar más prominente en la casa. También actualizaron los baños, los sistemas eléctricos y añadieron algunos dormitorios para invitados.
A pesar de la huella de la fama, después de 30 años sin hacer nada, la renovación era necesaria, dice Beaujolin. “La decoración era de Audrey Hepburn y era wow: muchas flores por todas partes en las cortinas y quizá estaba un poco pasada de moda”.
Sin embargo, aún se conservan algunos toques de Hepburn. Beaujolin dice que desde la cocina se ven los jardines de rosas que la casa de modas Givenchy le regaló a la actriz.
Cuando Audrey Hepburn cumplió 60 años, le enviaron 60 rosales blancos e hizo plantar un jardín de rosas y “la mitad de ellos siguen ahí” dice Beaujolin, aunque lamenta que algunos de los delicados rosales no hayan sobrevivido al paso del tiempo.
Más antigua que su célebre herencia, la casa conserva cinco chimeneas originales de época, una de ellas en el dormitorio principal.
La conexión de la casa con una de las mayores estrellas de Hollywood del siglo XX atraerá sin duda la atención. Beaujolin cree que la propiedad es ideal para una familia numerosa como la suya, que necesite espacio y quiera disfrutar de la seguridad y el estilo de vida que ofrece la vida en un pueblo pequeño de Suiza.
“Al principio era… sí, es la casa de Audrey Hepburn, pero al final, uno se olvida de eso”, dice. “Ahora, por supuesto, volvemos a pensar en Hepburn, porque es un buen argumento para atraer a los compradores”
Beaujolin dice que sabe que es el momento adecuado para que ella y su marido sigan adelante, pero que los entristecerá dejar la casa. Entiende por qué la leyenda de Hollywood amaba tanto la casa: “Aquí se respira paz de verdad”.
Bloomberg
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