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Entrar a la sala es una prueba desde el momento cero. El calor es intenso: 40 grados y un 40% de humedad. En lugar de resistirlo, me entrego a la experiencia. Al final, a eso vine, espero que mi cuerpo lo entienda. A los pocos minutos, ya instalada en el mat, me encuentro sintiéndome a gusto; empiezo a pensar que no es a pesar de la alta temperatura, sino gracias a ella.
El Bikram es un tipo de yoga desarrollado por Bikram Choudhury, un hombre oriundo de Calcuta, India, que en la década de 1970 emigró a Los Ángeles, Estados Unidos y en su primer estudio propio introdujo una secuencia fija de 26 posturas –asanas-, derivadas del hatha yoga tradicional, más dos ejercicios de respiración –pranayanas-, con una particularidad: recrearía el clima de su país natal.
Rápidamente, la práctica ganó popularidad y vivió un boom en Estados Unidos, atrayendo a entusiastas del mundo fit y a famosos varios -entre ellos están Jennifer Aniston a Penélope Cruz, Ashton Kutcher y David Beckham- que encontraron en la modalidad no solo una forma de mantener el estado físico y mejorar la flexibilidad, sino también de eliminar bloqueos mentales y promover la paz interior.
Una clase dura alrededor de 90 minutos y la rutina es siempre la misma. Esto, explica Patricia Maradona, profesora de yoga, permite la memorización y mejora progresiva en la perfección de las asanas, al mismo tiempo que facilita la concentración y la meditación en movimiento.
Se empieza con un ejercicio de respiración profunda de pie, para oxigenar el cuerpo, seguida de una serie de posturas enfocadas en el equilibrio y la fuerza (de alrededor de 40 minutos), y luego una secuencia de posturas en el piso, orientadas a trabajar espalda y caderas (de otros 40 minutos). Concluye con un ejercicio de respiración final, que –como toda práctica de yoga– termina en savasana, acostado boca arriba. En esta última instancia suelen dejarse unos minutos para relajarse.
“Lo que más remarcan los alumnos al terminar una práctica son la sensación inmediata de bienestar general, el cuerpo más liviano, fuerte y receptivo, y una calma profunda y gratitud hacia la vida”, comparte Julia Malfitani, profesora de Bikram yoga desde hace más de una década.
Beneficios de la práctica
El calor y la humedad, característicos de la práctica, según los especialistas, brindan una serie de beneficios, físicos y mentales:
“En un ambiente caluroso, las posturas y estiramientos permiten que los músculos se relajen y alarguen con mayor facilidad, reduciendo el riesgo de lesiones”, señala Sol Candotti, preparadora física. “A su vez, mejora la circulación sanguínea y la oxigenación muscular”.
Maradona agrega que el calor disminuye la fricción de los tejidos musculares, lo cual también contribuye a disminuir el riesgo de lesiones. “Mientras respetes los límites de tu cuerpo, sin forzarte, la práctica promueve significativamente su elasticidad”, ahonda.
Candotti también argumenta que, al requerir soportar el peso del cuerpo en posiciones exigentes, el Bikram funciona como un entrenamiento de la fuerza, activando músculos profundos y promoviendo la resistencia muscular.
Para Malfitani, el principal beneficio físico y diferencial frente a otros tipos de yoga es sin lugar a dudas la desintoxicación del cuerpo a través de la transpiración. “Gracias al calor se produce de manera inmediata y a gran escala una limpieza de toxinas de los órganos internos y externos, nutriendo, revitalizando, y reoxigenándolos”, amplía. “La sudoración intensa ayuda a eliminar agua, toxinas y otros compuestos no deseados. Es un mecanismo eficaz para eliminar metales pesados y sustancias dañinas del cuerpo”, añade Candotti.
Otro de los efectos positivos del Bikram a nivel fisiológico es sobre la salud cardiovascular, que se beneficia del calor y la intensidad. “La práctica de esta actividad a esta temperatura puede elevar la frecuencia cardíaca a niveles similares a los del ejercicio aeróbico moderado, mejorando la circulación sanguínea y la capacidad pulmonar”, contempla Candotti.
Varios estudios hablan de los beneficios del ejercicio a altas temperaturas sobre el sistema cardiovascular. Una investigación publicada en el National Institute of Health (NIH) explica: “El aumento en la respuesta de sudoración y en el flujo sanguíneo hacia la piel y la expansión del volumen plasmático logra una mayor estabilidad cardiovascular (es decir, una mejor capacidad para mantener la presión arterial y el gasto cardíaco), además de un equilibrio óptimo de fluidos y electrolitos”.
Es importante destacar que, en el caso de padecer alguna enfermedad cardíaca, o tender a la presión baja, prácticas como el Bikram están contraindicadas. “El sobrecalentamiento puede causar fatiga extrema o mareos”, advierte Candotti. Ante la duda, es preferible realizar los estudios médicos correspondientes.
“El calor es desafiante a nivel mental. Hay que fortalecer la concentración para poder estar presente“, comenta Laura Arroqui, profesora de Yin Yoga y practicante de Bikram desde hace más de cinco años. “La determinación y paciencia es mayor a la que se necesita en una clase de yoga a temperatura ambiente”.
Más allá de los efectos inmediatos que tiene la práctica en la mente, hay evidencia que sugiere que los beneficios sobre la psiquis podrían sostenerse en el mediano y largo plazo. En 2016, un estudio encontró que el Bikram reduce la ansiedad y el estrés. Otra investigación de 2018 concluyó, después de un programa de 16 semanas, que las personas estresadas con un estilo de vida sedentario mejoraron su eficiencia, percepción del estrés y calidad de vida.
Precauciones
Si bien los beneficios de la práctica del Bikram son tangibles, es clave tomar algunas precauciones previas, puesto que el calor supone dos grandes riesgos: la deshidratación y el desequilibrio electrolítico, subraya Candotti.
Enunciadas las recomendaciones, la práctica del Bikram es nivel principiante, de manera que es apta “para todo tipo de cuerpos, edades y niveles”, asegura Malfitani. En definitiva, el gran desafío radica en el calor, y la compatibilidad va a depender de cómo cada organismo se adapta, o no, a este.
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