El año de River tiene por delante una Copa Libertadores en la que empezó con un triunfo en Perú, el Mundial de Clubes para el que faltan un par de meses largos, la Copa Argentina en la que también arrancó ganando, los playoffs del campeonato local para los que el equipo salvo una tragedia clasificará: el 2025 del CARP recién empieza, pero la sensación en el aire del colectivo riverplatense es otra -es sensación de noviembre, de diciembre- y es razonablemente otra al ver jugar a un equipo que no contagia, que no logra tener una identidad fuerte, en la que no se ve reflejado su entrenador, un equipo que de un River de Gallardo apenas tiene a las personas, empezando por el mismo Gallardo, que funcionan como cáscaras de algo que todavía está vacío.
River está a tiempo de despegar, claro. Pero a esta altura del asunto el vuelo demorado genera incertidumbre en una zona de embarque en la que aguardan millones de personas que podrían estar preguntándose, con cierta lógica, si este equipo realmente los llevará hacia otro lado o si la sala de espera será una nueva casa, como le ocurre a Tom Hanks en La Terminal.
Y es que pasados ya 15 partidos de la temporada y 39 desde el regreso del Muñeco, River aún con altibajos y con muchos cambios de mercado en el medio, nunca terminó de cambiar esta versión tediosa, inapetente y previsible que volvió a mostrar en la flojísima presentación del sábado ante Sarmiento. Las reacciones espasmódicas que mostró el equipo contra Atlético Tucumán o en pasajes de partidos como el buen primer tiempo con Universitario por ahora fueron mucho menos puntos de partida que breves déjà-vus de un pasado feliz.
La frustración del hincha, que dejó ver el propio Gallardo en Junín, es también proporcional a la expectativa que había por un CARP que con el técnico más ganador de la historia en el banco y con los mercados disruptivos que él propició, continúa en su laberinto: 53 millones de dólares después, la única figura regular de River sigue siendo Franco Armani y las pocas esperanzas en ofensiva las encarnan chicos de 17 y 18 años que están en plena etapa de crecimiento y que, entonces, tendrán razonables claroscuros en términos de nivel como Mastantuono y Subiabre.
En ese punto, ya es el Muñeco el que debe hacer una revisión interna con su cuerpo técnico para entender qué está fallando en la diaria con un grupo al que todavía no pudo asignarle la mentalidad ni el funcionamiento que tuvieron sus mejores equipos de autor, todos con su sello. Esos River a los que ni siquiera les habría hecho falta una camiseta blanca con una banda roja para que el espectador supiera que eran los River de Gallardo: el estilo era un DNI. Hoy, al revés, la camiseta no le queda bien a un conjunto que se diluye en la medianía de cualquier partido random del fútbol argentino.
Tal vez la exigencia de Gallardo deba subir para con un plantel que en lo que va del año solo pareció tener la voracidad que busca el técnico cuando el clima amenazaba con ser hostil después de la final perdida con Talleres en Asunción. La lógica contemplación de MG para futbolistas que se están readaptando al país debiera tener un límite en el calendario competitivo, un límite que está empezando a pasarse. Incluso los futbolistas que más conectaron con el Muñeco en su primera etapa, como por ejemplo un Juanfer Quintero que lo ve casi como un padre, admitieron más de una vez que llegaban a “odiar” al deté durante los entrenamientos porque rompía los niveles de exigencia, pero que ahí estaba una de las claves para explicar el éxito…
Por lo demás, es cierto que el año tiene muchos episodios por delante, que todavía queda por ver cuál es la reacción del equipo en el plano internacional empezando por este martes en un partido decisivo con Barcelona como local, que también queda por ver cómo responde en los mano a mano por el Apertura. Y que aún sin jugar bien, los números dan a favor. Lo que está claro es que no alcanzan: lo bueno, y al contrario de lo que pasaba con un antecesor que públicamente se aferraba meramente a las estadísticas cuando su equipo no respondía, es que Gallardo sabe que este no es el camino que imaginó. Le quedará lo más complejo, que es entender cómo salir del laberinto…
Los goles del empate de River ante Sarmiento
Sarmiento de Junín –
El 1-1 entre Sarmiento y River
Video: ESPN
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