El gobierno de Javier Milei buscó en los últimos meses incentivar la utilización de los «dólares guardados en el colchón» a través de distintas medidas como el «Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos». El objetivo era conseguir dólares para sostener el precio de la divisa estadounidense, plan que fue reforzado además por el último préstamo del FMI de 20.000 millones de dólares. Pero el público argentino hasta ahora no parece motivado a invertir sus ahorros en verdes: pese al entusiasmo oficialista, el 72% no tiene dólares en el «colchón», según una encuesta de la consultora Zuban Córdoba y Asociados.
El sondeo de opinión fue ejecutado entre el 7 y 9 de junio de forma online mixta, a través de un cuestionario estructurado difundido vía mails y un formulario web, y abarcó 1500 casos. Todos los encuestados son ciudadanos argentinos mayores de 16 años.
Como uno de los datos principales del estudio, la encuesta arrojó que «solo un 19,9% (de argentinos) declara tener ahorros en dólares». Según el análisis de la consultora, se trata de un «porcentaje complejo» que «habla a las claras de la poca capacidad de ahorro de la sociedad argentina en los últimos años».
«El fenómeno del ‘dólar colchón’ es sin dudas algo reservado para las clases medias altas y altas», indicó el estudio que también señaló que del 19,9% que cuenta con ahorro en dólares, solo un 12,2% afirma estar dispuesto a blanquearlos mediante el nuevo régimen presentado por el gobierno libertario.
De los pocos que tienen ahorro en dólares, y que no tienen pensado blanquearlos, fueron consultados sobre qué piensan hacer con el dinero y 45,7% aseguró que continuará ahorrando y guardando dichos dólares, mientras que un 9,5% afirmó que los utilizará para llegar a fin de mes y otro 8,8% que los reserva para las vacaciones.
Este contexto, el cual arrojó porcentajes escuetos considerando que el nuevo blanqueo es un punto central del programa económico del Ejecutivo, se agrava si se toma en cuenta que un 57,8% de los ahorristas se niega a gastar sus ahorros sólo por pedido del Gobierno.
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«Los argentinos responden a las necesidades del gobierno con la misma crudeza que gran parte de los actores del mercado. Incluso quienes quieren a la actual gestión no están dispuestos a poner las manos en el fuego por ella. Mucho menos sus ahorros», interpretaron desde la consultora dirigida por Gustavo Córdoba y Ana Paola Zuban.
Desde la agencia encargada de hacer el estudio y procesar los resultados, se concluyó: «‘Mis dólares, mi decisión’, parece ser la respuesta cruda de los argentinos ante el pedido gubernamental de utilizar los ahorros para ‘remonetizar’ la economía. Como siempre, el órgano más sensible (el bolsillo) no entiende de ideologías».
Módulo electoral: falta de confianza y cansancio
De cara a las próximas elecciones, el estudio también sumó un módulo electoral a través del que analizó la relación de la ciudadanía con la democracia y el acto electoral como mecanismo de representación, el cual arrojó resultados relevantes en un contexto marcado por una crisis de confianza en las instituciones y en la dirigencia política.
Según el estudio, un 43% afirma sentirse motivado a votar por la certeza de que su voto puede generar un cambio, lo que indica que más del 50% de electorado comienza a percibir el voto con escepticismo o como un acto irrelevante, cuando históricamente funcionó como herramienta de participación y canalización del conflicto social.
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La falta de confianza en los partidos y candidatos fue señalada por un 25% como el principal factor desmotivador a la hora de ir a votar, seguido por la desconfianza en el sistema electoral, indicado por un 17,7%, la sensación de que el voto no genera cambios, marcada por un 17,5%, y el cansancio por la cantidad de elecciones por año, reprochado por un 11,8%.
«La democracia argentina atraviesa una etapa de fragilidad cultural. La revalorización del voto como herramienta transformadora exige no solo propuestas atractivas, sino también una nueva narrativa democrática que conecte con el malestar social sin caer en el cinismo o la antipolítica», concluyó la consultora.
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