domingo, 6 julio, 2025
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Rony Vargas, una voz con historia que sigue vigente

La sala donde recibe a Perfil Córdoba es luminosa, sí, pero también íntima: la luz se posa con delicadeza sobre los objetos que parecen haber sido dispuestos con la precisión de un recuerdo querido. Un retrato grande de la nona Anita (vital en su carrera) convive con una imagen familiar detenida en el tiempo, y una fotografía en blanco y negro tomada por Fino Pizarro, donde se lo ve a él, Rony Vargas, con los ojos cerrados y los brazos envueltos en un micrófono, como si lo abrazara; como si esa fuera su manera de rezar. Él cuenta que le gustan los damascos y uvas, los sabores dulces de la vida, pero los elige sin estridencias. Habla con voz serena, sin urgencias, y mientras lo hace, mira directo a los ojos, como quien sabe que el otro merece toda la atención del mundo.

Hoy cumple 83 años y no es casualidad que lo haga el mismo día que la ciudad de Córdoba. Su voz sigue encendida cada domingo, con un programa que es una parte esencial del alma radial argentina. Es un clásico, como él. Como la música que cita sin aviso o los silencios que hace para recordar a Mario Pereyra, su amigo del alma y compañero de sueños. A Mario lo nombra seguido. No por costumbre, sino porque todavía lo escucha. Porque en cada anécdota parece volver a estar con él.

Esta semana, Rony Vargas fue uno de los galardonados, en una emotiva ceremonia, por los Premios Perfil Córdoba. La leyenda de la radiofonía argentina, fundador de Cadena 3, recibió el premio a la Trayectoria. “Fue muy emocionante recibir ese premio”, confiesa, al tiempo que agrega: “Para mí es algo muy importante y sinceramente me emocioné porque no esperaba esta situación. Y es un reconocimiento al trabajo que vengo realizando durante tanto tiempo”, expresa.

“Es el mejor trabajo que he tenido”

–¿Se acuerda la primera vez que lo premiaron?
–Sí –abre los ojos sorprendido–, eran las épocas del Mercurio de Oro y de otras premiaciones también, año a año, que se iban realizando. Y logramos posicionarnos en esos lugares sin la intención de que eso sucediera, pero de todas maneras era el público el que estimaba ese tipo de cosas y lo que te incentivaba para seguir más adelante creando cosas diferentes.

–¿Cuántos años tenía cuando recibió su primer premio en este rubro?
–Debo haber tenido unos 21 años, era toda una alegría.

Una mirada única

De ese tiempo a esta parte, Rony vio muchos procesos en los medios de comunicación. “La radio ha cambiado bastante”, dice con la calma quien ha visto pasar las décadas por un dial. Pero no lo dice con nostalgia; lo hace con la certeza de alguien que ayudó a moldearla. “Nosotros, con Mario, queríamos llevar la radio más allá de San Juan. Pensábamos que en el interior estaba la verdad también.” Córdoba les abrió los brazos y ellos devolvieron con historia. “Hicimos bien en venirnos a Córdoba, que nos recibió muy bien”, agrega. “Me gusta la radio de hoy”, afirma. Le gusta que siga viva. Como él, que sigue al aire, cumpliendo años y sueños. ¿Extraña la radio de sus inicios? “No, no extraño”, dice Rony, y suena honesto. Habla de aquella Radio Colón como si nombrara un amor primero: potente, formadora, enorme. Recuerda cuando transmitía ciclismo desde Italia. Tenía apenas 24 años y ya cruzaba fronteras con Mario.

Mario Pereyra está presente todo el tiempo en esta charla, pero no sólo en este momento. “Hablo con él constantemente”, confiesa y sonríe. “Mario es alguien que está. Todo el tiempo está. Con él, más allá del aspecto laboral, estaba la situación tan particular de encontrarnos hermanados en proyectos tan interesantes y un poco alocados”, explica. La radio, la historia de la radio, ¡Viva la radio!

La charla con Rony sigue como sigue la vida: habla de Mercedes Sosa –“mi amiga”–, aparece Borges, Charly García y Valdano, surge su programa de radio de los domingos, la Inteligencia Artificial de la que tanto se habla por estas horas. Pero cuando dice “Anita”, el tiempo se detiene. “Mi nona”, la llama, con los ojos brillando. Fue ella quien lo llevó de la mano por primera vez a una radio, cuando era apenas un niño con un sueño. “Siempre soñé con esto, con la radio”, dice. Y en ese decir, se entiende todo: la radio no fue su oficio: fue, y es, su forma de estar en el mundo.

INOLVIDABLE. Rony en su hogar, junto al retrato de su querida nona Anita.

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