La vistosa casona de country que está justo detrás de Pilar Gamboa -el único refugio a los 26 grados al sol de jueves por la tarde- es, en la nueva ficción original de TNT y Flow, Viudas negras, la casa de su personaje.
Uno que, todavía sin fecha de estreno, tendrá a la ex policía de la guardia urbana (División Palermo) y hermana de Griselda Siciliani en el hit global de Netflix (Envidiosa) en los zapatos de una mujer de clase acomodada.
A metros de la lujosa propiedad y su regimiento de amenities -con pileta aún no apta para uso común y un sector del pasto que por aviso de producción “no se puede pisar”- la actriz que inaugura dupla con Malena Pichot, creadora y showrunner de la serie, anticipa a Clarín: “Hay algo en la imagen, cómo está filmada, el género y la manera de contar la historia que la hace especial. Vengo de grabar con Alan (Sabbagh) que hace de mi marido y es espectacular. Estoy trabajando con gente que admiro mucho”.
Pero detrás de escena, el paraíso de Gamboa –la actriz en boga de la ficción local y dueña de una ductilidad casi en extinción– nada tiene que ver con un reconocimiento (los mismos periodistas en el lugar le citan diálogos de algún personaje reciente) de cartel.
“Me gusta mucho actuar y tengo la suerte y el ojo de armar, con gente que me voy encontrando, ese pequeño mundo para trabajar. Grupos de teatro de amigas (Piel de Lava) con las que trabajo hace 20 años”, dice como fórmula probada del oficio. Uno que no vive en “términos de carrera” ni se nutre de la ambición de ir por más.
“No tengo estrategias. Las cosas me van pasando y voy decidiendo”, explica la escritora y directora.
Las perlitas del collar de Pilar
-¿Tampoco tenes en cuenta los personajes que se fueron para elegir los que vendrán?
-Es como una especie de collar. No es que algo queda atrás. Forma parte del mismo telar. Pero siempre estoy pensando si lo que viene me genera desafío y ponerme en riesgo. ¿Cómo hago esta piba, que tiene este pasado que ahora quiere borrar y hasta cambia la manera de hablar? Son trabajos de actuación compositivos que me re divierten.
«Cuando llegan cosas medio simples, a veces uno tiene que decir que sí porque tiene que trabajar. Tampoco se puede poner uno tan exquisito, pero a mí, que tengo el privilegio de poder decidir un poco, lo que más me mueve la aguja es el riesgo».
-No sólo tenes el privilegio, sino que estás en la cresta de la ola. ¿Cómo surfeás esta demanda que hay con vos en las plataformas de streaming?
-Creo que es un poco de suerte también, de esos momentos que te llegan. Y me emociona. Pero, para mí, esas cosas no se buscan. Empieza a ser un trabajo medio de hormiga. Trabajás, trabajás…. eso se empieza a replicar y entonces empieza a pasar lo otro.
-Como ganar un Emmy Internacional a la Mejor Comedia, con «División Palermo»…
-Todo eso me da fobia, soy un desastre. Me liquidan los premios… ¡los Emmy! tener que ir… Me mata. A los Martín Fierro de Cine no fui porque tenía teatro. Pero es la parte que menos fácil me sale y más me cuesta.
-¿Y la más fácil?
-Actuar. Tengo la suerte de trabajar con gente afín con la que armar nuestro propio paraíso. Que tiene la misma visión del mundo y se ríe de lo mismo.
Hermanada con la Siciliani
-¿Con Griselda Siciliani, tu hermana de ficción en “Envidiosa”, te pasó también? Ella dijo que ustedes compartían una intensidad “muy ariana” para trabajar.
-¿Eso dijo? Ja ja, A mí me encanta trabajar con ella porque le fascina actuar. Le gusta pensar las escenas, hacerlas, desarrollarlas.
-Desde “Farsantes” (Polka, 2013) que ya se sacaban chispas en un set. ¿Ése fue el germen de una dupla con tanta química para la comedia?
-¡Y había trabajado con ella antes! Trabajé muchas veces con Gri y me la fui encontrando en distintos momentos de nuestra vida. A ella le gusta improvisar, a mí también, y siempre ahí vamos a toparnos con un hallazgo y nos vamos a reír.
-En esa época componías papeles más secundarios, pero siempre sacándole punta hasta al más chiquito.
-Nunca pienso que un personaje es chiquito, a priori. Ni en términos de principal o secundario. Si me gusta más o menos el arco, pienso que es enorme para mí. Eso marca un poco mi estilo.
Un thriller con toques de humor negro (o al revés)
En un híbrido entre comedia negra y thriller, el rodaje (con dirección de Nano Garay y Coca Novick) acaba de terminar. “No corre más ese modelo arquetípico de la maldad. Las protagonistas son dos pibas a las que les ves el corazón, la sensibilidad, dónde les duele”, aclara Gamboa en un papel que esconde más de lo que dice.
-De policía de la guardia urbana a viuda negra. ¿Te divierte jugar con los extremos?
-Me divierte cuando la ficción va un poco más allá y permite encarnar esos extremos. Con División Palermo me pasó lo mismo. Hay algo de lo políticamente incorrecto que empieza a tocar ese extremo. Y esta serie corre ciertos bordes que es muy divertido transitar.
-Con el humor ácido de Pichot…
-Ya con lo que leí en mi casa me reía sola. Me identifico con esa acidez. Después cuando la conocí, porque sólo nos habíamos cruzado en alguna clase de yoga, me empecé a reír desde la primera reunión. Igual hay que trabajar el lenguaje del humor con seriedad.
-La serie plantea la famosa crisis de los 40. ¿Es casi universal?
-Yo a los 40 fui madre y barrió con todas las posibilidades de cualquier crisis posible, más que la de haber sido madre. No estaba pensando en mis 40, sino en alimentar a un bebé que no dormía. Y había muchas cosas que yo no sabía hacer. Lo cual era una pesadilla enorme.
«Pero ahora que mis hijos ya se me despegaron del cuerpo, Anita tiene 2 y Manu 4, sí pienso en mí. Cómo quiero vivir la mitad que me queda, quién soy, quién fui. Crisis re profundas, pero bienvenidas. Peor es negarlas. Va a sonar medio naif y cursi, pero hay que abrazar esa crisis«, reconoce Gamboa.
«Para las mujeres es muy exigente todo. Si envejecés, si encima te filman y ya no es la cara que te filmaban a los 30, todo lo tuyo está muy en carne viva porque te lo mira un lente. Pero que no me barra todo lo que sí me está pasando, que está buenísimo. Yo actúo mejor que antes. Pero porque atravesé todo eso. El cuerpo se va apagando, es inevitable. Lo que no se tiene que apagar es el entusiasmo, para no envejecer. Me he llevado a mis hijos de gira, porque me da felicidad», asegura.
-¿La pulsión de actuar rige todo?
-Si yo no trabajara de esto y tuviera que maternar 24 horas sería una mala madre. Peor de lo que ya una cree que es. Cuando me da culpa, digo: se están criando con una madre que desea. Yo no tuve una madre deseante. Mi vieja era re trabajadora, pero no trabajaba de lo que le gustaba. Eso puede ser un cambio para mis hijos. Yo los sumé a mi vida a ellos, no dejé la mía.
-Para habitar personajes uno tiene que vivir, experimentar. ¿Tenés mucho background a disposición de antes de ser actriz?
-Tengo mucho background porque ya tengo 44 años, ja ja. Y desde chica fui muy observadora. Tengo ese poder, no tan consciente. No es que voy con una libreta en el subte. Es la rotura de la vida misma que te va llevando a tener una sensibilidad más a flor de piel. Estar sensible en el mundo es una gran herramienta. Y creo que todos la tenemos, salvo que algunos actuamos. Cuando trabajo, mágicamente aparece. Cuando empecé la obra Petróleo, que hice de un hombre, pensé: mirá todo lo que ya había observado sobre la masculinidad que no tenía ni idea.
-Obra de la que ya te despediste, después de hacerla desde el 2018.
-Está bueno despedirse y decir: hasta acá. Me encanta hacer teatro y tengo mi grupo que sostengo, milito y fomento. Hace poco tuve la experiencia de presentar una obra en una cárcel de mujeres de Ezeiza. Miles de experiencias como ésas. Lo audiovisual también me fascina.
Su pulsión de actuar se activa casi por decreto. Como una ley que rige y enciende sus días. Y en ese hallazgo, de personajes que pasean del streaming a las tablas, la ex chica Polka comparte el primer secreto del oficio en voz alta: “Mi grano de arena es ponerle todo a cada cosa que hago. Y, en el peor año para la industria, me siento responsable de buscar que lo que hago esté bueno”.
-¿Tu realidad laboral es un hallazgo en estos tiempos?
-No es la regla general con mis colegas y la tengo re clara. Soy consciente, pero le pongo todo, para generar mucho peso en la ficción y que todo el mundo vea que esto que hacemos es fundamental para vivir casi. Esto no se lo pueden llevar. ¿Quién se lo va a llevar si la ficción es ancestral? No se van a llevar ni la ficción ni el entusiasmo de hacerla. Entonces me siento responsable de hacer algo bueno, para poder derribar esa locura de que lo que hacemos no sirve.
-Con “Envidiosa” lo lograron. Hace mucho que una ficción nacional no se instalaba tanto en las casas y en el diálogo cotidiano.
-Me parece que es un tiro para el lado de la justicia. Una para este lado. Todos vamos a necesitar siempre la literatura, el cine, el teatro, las series, la tele. Ese respiro y esa salida para reírse, pensar.
Y cierra: “La tele se fue desdibujando y la tira diaria está cada vez más abandonada. Pero Envidiosa volvió a entrar un poco ahí y se volvió fenómeno popular. Y que pase lo que está pasando me da alivio”.